No hay nada que despierte tanto mi costado facho como los acampes. Existen pocas cosas que deteste como esa aglomeración de carpas que invaden el espacio público y entorpecen el normal desarrollo de la vida en comunidad. Que más allá de las molestias prácticas que generan, afean la ciudad. Hasta los turistas, cuando los toman con sus cámaras como un recuerdo pintoresco tercermundista, huyen una...